La noticia de las últimas semanas de un eventual cierre o
transformación del prestigioso Instituto Nacional del Cáncer (INC) preocupó no
solo a pacientes oncológicos y familiares, sino a la opinión pública en
general, que finalmente quedó atrapada entre información cruzada sobre un tema
tan sensible.
El INC no solo no cerrará, sino que el Gobierno, bajo la
órbita del Ministerio de Salud, tomó una decisión contundente: centralizar su
funcionamiento para eliminar duplicidad de tareas, tener un mayor control de
las acciones y cumplir con sus objetivos de una manera más eficiente,
manteniendo y garantizando programas, acceso a medicamentos y tratamientos.
Entre esas áreas que redundan en sus cometidos, se pueden
señalar el Sistema de Vigilancia Epidemiológica y Reporte del Cáncer, cuyas
tareas ya realiza la Subsecretaría de Vigilancia Epidemiológica; y los
Programas Nacionales de Control y Prevención de distintos tipos de cáncer,
cuyas responsabilidades ya están contempladas en las funciones de la Dirección
Nacional de Abordaje Integral de Enfermedades No Transmisibles.
Según pudo saber Infobae, tras una serie de relevamientos
sobre el funcionamiento del INC, se detectaron problemas logísticos, entrega de
medicamentos al borde de su vencimiento, compras ineficientes, y programas y
estructuras duplicadas.