“En mis dos primeros mandatos (2003-2010) hicimos una
acumulación de reservas internacionales que puede enfrentar cualquier crisis,
incluso cuando el presidente Trump diga lo que quiera”, señaló Lula este lunes
durante un acto oficial en la ciudad de Cajamar, en el estado de São Paulo.
“Brasil está seguro porque tenemos un colchón de 350.000 millones de dólares
que nos dan cierta tranquilidad”, añadió.
La medida anunciada desde Washington generó preocupación en
diversas economías latinoamericanas, especialmente en aquellas que tienen una
relación comercial directa con Estados Unidos. En el caso de Brasil, los nuevos
gravámenes afectan no solo al comercio en general, sino también a sectores
estratégicos como el acero y el aluminio, que ahora enfrentan aranceles
adicionales.
Frente a este panorama, el gobierno brasileño activó su
aparato diplomático y comercial: técnicos del Ministerio de Desarrollo,
Industria y Comercio Exterior fueron enviados a Washington para reunirse con
autoridades estadounidenses. El objetivo es revisar el nuevo esquema tarifario
y evaluar alternativas que permitan reducir el impacto sobre la economía del
país sudamericano.
Un mercado en alerta y una moneda que se resiente
Los efectos de la medida no tardaron en sentirse en los
mercados financieros. El real brasileño se devaluó casi un 4% el viernes
pasado, arrastrando el tipo de cambio bilateral con el dólar a su nivel más
bajo en un mes. Esta depreciación forma parte de un fenómeno más amplio que
afectó a casi todas las monedas de América Latina, con excepción del peso
argentino.
En esa misma jornada, el peso chileno perdió un 3%, el
colombiano un 2,9% y el mexicano un 2,5%. Además, se sumó un fuerte retroceso
del 7% en el precio internacional del petróleo y una caída en el valor de la
soja, que tocó su piso en lo que va de 2025. Todo esto compuso un cóctel de
incertidumbre que elevó la volatilidad en los mercados emergentes.
Consultado por este medio, el economista Sebastián
Menescaldi, director de la consultora EcoGo, explicó que estas fluctuaciones
responden directamente a las medidas arancelarias impuestas por Estados Unidos.
“Los movimientos son una reacción al nuevo escenario internacional. El anuncio
de Trump activó un reacomodamiento de expectativas y eso se refleja tanto en
monedas como en commodities”, señaló.
En el caso de Argentina, Menescaldi advirtió que el contexto
regional agrega tensión sobre el esquema cambiario local. “El Banco Central no
está pudiendo comprar dólares, y los fondos del FMI servirán para cerrar el
año, pero no mucho más”, alertó.
Un mensaje de estabilidad
Desde el gobierno brasileño insisten en que la situación está
bajo control y remarcan que la estrategia de acumulación de reservas impulsada
durante los primeros gobiernos de Lula fue clave para blindar la economía
frente a este tipo de shocks externos.
“No solo pagamos nuestra deuda con el FMI, también logramos
que Brasil creciera y acumulara reservas que siguen intactas hasta hoy”,
recordó el mandatario, quien volvió al poder en 2023 luego de una década fuera
del cargo.
El desafío ahora será sostener esa confianza interna frente a
un escenario global incierto, con amenazas comerciales renovadas desde Estados
Unidos y tensiones geopolíticas que impactan en los precios internacionales.
Con un discurso de calma y previsión, Lula intenta posicionarse como un garante
de la estabilidad económica frente a la tormenta que asoma.